Inteligencia emocional

 

Se creería que el coeficiente intelectual determina nuestro destino, pero parece que no es así

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La inteligencia emocional es una rama de la psicología que empezó a explorarse desde los años 80 y sugiere que nuestra visión de la inteligencia humana es estrecha pues, existen capacidades inexploradas esenciales para nuestra vida como humanos. 

Hay personas con un elevado coeficiente intelectual pero que no logran el éxito en sus empresas vitales, mientras que otras, con coeficiente más modesto triunfan de forma arrolladora.  Veamos cómo funciona.

 

La inteligencia emocional interactúa con el mundo que tiene en cuenta los sentimientos y engloba habilidades tales como control de impulsos, autoconciencia, agilidad mental y más.

El poder de las emociones es extraordinario:  solo un amor poderoso, como el de unos padres al querer salvar a un hijo amado o darle una vida digna, puede llevarlos más allá de su propio instinto de supervivencia individual.  Desde el punto de vista del intelecto, se trata de un sacrificio indiscutiblemente irracional, pero, visto desde el corazón, constituye la única elección posible.

Todas las emociones son impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución.

 

Todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental.  La mente racional, la modalidad de comprensión de la que solemos ser conscientes, más despierta, pensativa, capaz de reflexionar y ponderar.  El otro tipo de conocimiento es más impulsivo y más poderoso, aunque a veces ilógico, aquí estamos hablando de la mente emocional.

Normalmente una equilibra a la otra, pero cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra a la mente racional.  Esto vuelve a poner en tela de juicio el antiguo problema de la contradicción existente entre la razón y el sentimiento. No se trata de pretender eliminar la emoción y poner la razón en su lugar, sino que descubramos el modo inteligente de armonizar ambas funciones. 

Hasta ahora, el viejo paradigma proponía un ideal de razón liberada de los impulsos de la emoción, pero el nuevo paradigma, propone, por su parte, armonizar cabeza y corazón.  Para llevar a cabo esta tarea, deberemos comprender con más claridad lo que significa utilizar inteligentemente las emociones. 

Según el psicólogo Daniel Goleman en su libro Inteligencia emocional, existen cinco competencias principales que la conforman:

  1. Conocimiento de las propias emociones. O conocimiento de uno mismo, siendo éste la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece y que constituye la piedra angular de la inteligencia emocional.  La capacidad de seguir momento a momento nuestros sentimientos, resulta crucial para la introspección psicológica y la comprensión de uno mismo.  Por otra parte, la incapacidad de percibir nuestros verdaderos sentimientos, nos deja completamente a merced de ellos.  Las personas que tienen una mayor certeza de sus emociones suelen digerir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento seguro de cuáles son sus sentimientos reales, por ejemplo, a la hora de decidir con quién casarse o qué profesión elegir.
  2. La capacidad de controlar las emociones. La conciencia de uno mismo es una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento.  Mejor dicho, es la capacidad de tranquilizarse uno mismo, de desembarazarse de la ansiedad, de la tristeza, de la irritabilidad exageradas y de las consecuencias que acarrea su ausencia. Las personas que carecen de esta habilidad tienen que batallar constantemente con las tensiones desagradables mientras que, por el contrario, quienes desarrollan esta capacidad, se recuperan mucho más rápido de los reveses y contratiempos de la vida.
  3. La capacidad de motivarse a uno mismo. El control de la vida emocional y su observancia a un propósito resulta esencial para instigar y mantener la retención, la motivación y la creatividad.  El auto-control emocional o la capacidad de demorar la gratificación y sofocar la impulsividad, constituye una cualidad única que subyace a todo logro.  Y si somos capaces de sumergirnos en el estado de “flujo” (mantenernos enfocados en el propósito), como lo llama Goleman, estaremos más capacitados para lograr resultados sobresalientes en cualquier área de la vida.  Las personas que tienen esta habilidad suelen ser más productivas y eficaces en todas las empresas que acometen.
  4. El reconocimiento de las emociones ajenas. La empatía es otra capacidad que se asienta en la consciencia emocional de uno mismo, constituyendo la “habilidad popular” fundamental.  Las personas con empatía suelen sintonizar con las señales sociales sutiles que indican qué necesitan o qué quieren los demás y esta capacidad las hace más aptas para el desempeño de vocaciones tales como las profesiones sanitarias, la docencia, ventas y dirección de empresas.
  5. El control de las relaciones. El arte de las relaciones se basa, en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas.  Las personas que sobresalen en este tipo de habilidades suelen ser auténticas “estrellas” que tienen éxito en todas las actividades vinculadas a la relación interpersonal.

No todas las personas manifiestan el mismo grado de maestría en cada una de estas capacidades.  Hay personas que son muy hábiles para gobernar su propia ansiedad, por ejemplo, pero en cambio, son relativamente ineptos cuando se trata de apaciguar los trastornos emocionales ajenos.  Al fin y al cabo, las bases de nuestra maestría son neurológicas, pero Goleman en su explicación muestra cómo el cerebro puede ser asombrosamente plástico y está en un permanente proceso de aprendizaje.  Las lagunas en la habilidad emocional pueden remediarse y, en términos generales, cada una de estas competencias representa un conjunto de hábitos y reacciones que, con el esfuerzo adecuado, pueden mejorarse.

 

Cómo mejorar la concientización de sus emociones

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Antes de cualquier cosa, conozca cuáles son sus emociones.  Reconocer sus emociones es el primer paso para identificar cualquier problema que esté afrontando.  He aquí algunas maneras de lograrlo:

 

  • Lleve un diario. Al final de su jornada del día escriba lo que le ha pasado, cómo se ha sentido y cómo sobrellevó la situación.  De manera periódica revise su diario y tome nota de algunas tendencias comportamentales o sobrerreacciones que haya tenido. 
  • Pida la opinión de las otras personas. Un aspecto importante de conocerse en sus emociones, es pedir a otros su opinión en cuanto a cuáles les parecen que son sus debilidades y sus fortalezas.  Escriba lo que estas personas dicen; compare lo que una y otra dice y ponga atención a los patrones que se repiten.  Lo más importante:  no discuta con estas personas.  Ellas no tienen que estar en lo correcto.  Usted, por su parte, solo está recogiendo los datos de cómo otras personas le perciben.
  • Sosiéguese (o medite): las emociones tienen la costumbre de salirse totalmente de control cuando no tenemos tiempo de procesarlas.  La próxima vez que tenga una reacción emocional por algo, trate de tomar una pausa antes de reaccionar (algo que el internet ha favorecido grandemente si usted se comunica en línea).  También puede tratar de meditar para refrenar su cerebro y darle espacio a su estado emocional de respirar.

 

Si usted nunca ha practicado la autoconciencia emocional intencional, estos consejos deberían darle una base para empezar.  Una estrategia que yo utilizo, es recogerme, irme a dar una vuelta para pensar en lo que sucede y poner en orden mis pensamientos.  Lo importante es enfocarse en mirar hacia dentro en lugar de adherirse a los factores externos.

 

Autocontrol emocional

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Una vez que usted conoce cómo funcionan sus emociones, puede empezar a planear cómo manejarlas.  El autocontrol propiamente significa controlar sus explosiones, distinguiendo entre provocaciones externas y sobre-reacciones internas, y haciendo lo propio según sus necesidades.

Una forma clave de manejar sus emociones es cambiar sus estímulos sensoriales.  Seguro ha escuchado el consejo de contar hasta 10 y respirar cuando se enoja (aunque para alguien que es irascible o sufre de depresiones esto es una tontería) si funciona para usted, aprovéchelo.  Aquí realmente se trata de darle a su cuerpo una sacudida que rompa el circulo vicioso.  Si se siente aletargado(a), haga ejercicio.  Si siente estancamiento emocional, sacúdaselo.  Cualquier cosa que le ayude a romper con la rutina puede ayudar.

 

La falacia de la catarsis 

He escuchado varias veces a personas que reaccionan gritando y vociferando sea en una discusión o en un altercado de tráfico porque otro carro se le ha atravesado; y luego aludiendo a que si no “se descargan” con la otra persona no se van a sentir bien e incluso, que se podrían enfermar.

El hecho de dar rienda suelta al enfado, según la opinión popular, “les hace sentir mejor”.  Pero según experimentos, desde hace 50 años comprobaron que la catarsis o el hecho de airear la rabia, de poco o nada sirve para mitigarla (aunque, según Goleman, dada su seductora naturaleza, pueda proporcionarnos satisfacción).  Claro, hay momentos en los que se necesita, como para restablecer autoridad, el derecho, la justicia, o si se hace un daño proporcional a alguien.(estudio

Sin embargo, el hecho de expresar abiertamente el enfado constituye una de las peores maneras de aplacarlo, porque los arranques de ira incrementan necesariamente la excitación emocional del cerebro y hace que la persona se sienta aún más irritada, lo que termina prolongando el mal humor en lugar de acabar con él.  Está comprobado que es mucho más efectivo tratar de calmarse, y posteriormente, de una manera constructiva, entablar diálogo para resolver el problema. 

 

Motivación

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Según estudios llevados a cabo en este dominio, atletas olímpicos, compositores de fama mundial y grandes maestros del ajedrez comparten una elevada motivación y rigurosa rutina de entrenamiento (que, en el caso de las auténticas “estrellas”, comienza en la temprana infancia).

Lo que parece diferenciar a quienes se encuentran en la cúspide de su carrera de aquellos otros que, teniendo una capacidad similar, no alcanzan esa cota, radica en la práctica ardua y rutinaria seguida a lo largo de los años y por muchos años.  Esta perseverancia depende fundamentalmente de factores emocionales, como el entusiasmo y la tenacidad frente a todo tipo de contratiempos.

Así pues, las emociones dificultan o favorecen nuestra capacidad de pensar, de planificar, de acometer el adiestramiento necesario para alcanzar un objetivo a largo plazo, de solucionar problemas, etc.  En la medida que estemos motivados por el entusiasmo y el gusto de lo que hacemos, o incluso, por un grado óptimo de ansiedad, pueden convertirse en excelentes estímulos para el logro.

El señor Goleman sugiere que, para aprovechar la motivación, usted debe primero, identificar sus propios valores.  Muchos de nosotros no nos tomamos el tiempo de revisar cuáles son nuestros propios valores.  O aún peor, haríamos cosas que contradicen lo que valoramos y por tanto tiempo que terminamos perdiendo la motivación.

Solo cada uno(a) tiene la respuesta de qué es lo que quiere en la vida, pero existen muchas estrategias que se pueden probar.  Utilice un diario para identificar los momentos en que se ha sentido satisfecho(a).  Haga una lista de las cosas que valora.  Y lo más recomendado:  acepte la incertidumbre de la vida y construya algo.  Recuerde que aquellas personas que han logrado algo que usted quiere lograr, lo han hecho lentamente, durante largo tiempo.

 

Empatía o el reconocimiento de las emociones ajenas           

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La conciencia de uno mismo es la facultad sobre la que se erige la empatía, puesto que, cuanto más abiertos nos hallemos a nuestras propias emociones, mayor será nuestra destreza en la comprensión de los sentimientos de los demás.

Esa capacidad que nos permite saber lo que sienten los demás, afecta un amplio espectro de actividades (desde las ventas, hasta la dirección de empresas, pasando por la compasión, la política, las relaciones amorosas y la educación de nuestros hijos) mientras que su ausencia, que resulta sumamente reveladora, podemos encontrarla en los psicópatas, los violadores y los pederastas.

No es frecuente que las personas formulen verbalmente sus emociones, pero éstas, suelen expresarse a través de otros medios como tono de voz, gestos, expresión facial.  De hecho, cuando las palabras de unan persona no coinciden con el mensaje que nos transmite su tono de voz, sus gestos u otros canales de comunicación no verbal, la realidad emocional no debe buscarse tanto en el contenido de las palabras como en la forma en que nos está transmitiendo el mensaje.  Una regla general utilizada en las investigaciones sobre la comunicación afirma que más del 90% de los mensajes emocionales es de naturaleza no verbal (la inflexión de la voz, la brusquedad de un gesto, etcétera) y que este tipo de mensaje suele captarse de manera inconsciente, sin que el interlocutor repare, por cierto, en la naturaleza de lo que está comunicando y se limite tan solo a registrarlo y responder implícitamente.  En la mayoría de los casos, las habilidades que nos permiten desempeñar adecuadamente esta tarea también se aprenden de forma tácita.

He aquí algunos consejos para practicar la empatía:

  • Escuche en silencio: éste es el consejo más difícil porque es el más importante.  Usted no puede experimentar la vida de las otras personas para entender completamente, pero puede escucharles.  Escuchar permite a la otra persona hablar y no ser contradicha.  Significa poner de lado sus prejuicios, suposiciones y escepticismo por un momento y dejar que la persona con la que habla tenga la oportunidad de expresar cómo se siente.  La empatía no es fácil, pero virtualmente, toda relación que usted tenga puede ser mejorada, aunque sea en un mínimo, al esperar, aunque sea unos 10 segundos extra antes de lanzarse a la conversación.
  • Ocupe la postura contraria a la suya:  una de las formas más rápidas de consolidar una opinión en su mente es discutir a favor de ella.  Para equilibrar, tome la posición contraria.  Ejemplo, si le parece que su jefe está actuando sin razón, tome el lugar de él o ella en su mente.  ¿Le parecerían sus acciones irrazonables si usted estuviera en los zapatos de su jefe(a)? Incluso hacerse las preguntas a usted mismo(a) puede ser suficiente para empezar a simpatizar con el punto de vista de la otra persona (aunque obtener respuestas reales de las otras personas también ayuda).
  • No diga “yo sé”, de verdad trate de entender (mejor dicho, póngase en los zapatos de la otra persona). La comprensión es la clave para hacer empatía.  Comprender hace la diferencia entre “saber” y realmente “hacer empatía”. Si por azar se escucha usted mismo(a) diciendo: “yo sé, pero…”, a menudo, tómelo como un indicador de que lo debe pensar un poquito más.  Cuando alguien le comenta sobre una experiencia que no es la suya, tómese un tiempo para meditar cómo sería su vida si usted experimentara esa situación a diario.  Medite en ello hasta que lo asimile.  Está muy bien si usted no se pasa el día entregado(a) a la vida de la otra persona, pero imagine por un rato como es; puede ser beneficioso.

 

Por definición, empatía significa embarcarse en el sentimiento de la emoción con la otra persona.  Dejar que las emociones de esa persona resuenen con las suyas y corresponder de manera adecuada.  Está bien ofrecer un consejo u optimismo, pero la empatía requiere también que usted espere el momento adecuado para hacerlo.  Si la persona se encuentra al borde de las lágrimas, o le comparte un sentimiento doloroso, no lo tome a la ligera o trate de minimizar el dolor.  Tome consciencia de cómo ha de sentirse la persona y dele el espacio que necesita para sentirlo.

 

 

El control de las relaciones o aptitudes sociales

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Para llegar a controlar esta capacidad, se necesita autocontrol y empatía que son las bases sobre las que se desarrollan las aptitudes sociales.  Estas son las habilidades interpersonales que garantizan la eficacia en el trato con los demás y cuya falta la causante de que hasta las personas intelectualmente más brillantes fracasen en sus relaciones y resulten arrogantes, insensibles y hasta odiosas.  Estas habilidades sociales son las que nos permiten relacionarnos con los demás, movilizarles, inspirarles, persuadirles, influirles y tranquilizarles, en resumen, profundizar en el mundo de las relaciones.

 

Usted puede empezar con la forma más común de los problemas sociales:  resolver un desacuerdo.  Aquí es donde usted pone todas sus habilidades a prueba en una situación del mundo real.  Usted puede ahondar en este tema en el texto de Goleman Inteligencia Emocional, pero aquí le resumo unos pasos básicos:

  • Identifique y controle sus emociones: siempre que tenga una discusión con alguien más, sepa que las cosas se pueden calentar.  Si uno de los involucrados está nervioso, resuelva ese problema primero.  Tómese un momento primero para ventilarse usted, luego vuelva al problema.  En un ambiente de trabajo, esto puede significar “quéjese con un amigo antes de contestarle el e-mail a su jefe”.  En una relación romántica, recordarle a su pareja cuánto le importa su bienestar antes de criticarla.
  • Diríjanse al o los problemas reales, una vez que se han calmado: una vez calmados los ánimos, identifiquen cuál es el problema real.  Antes de saltar a soluciones, asegúrese de que tanto usted como la otra persona están de acuerdo en cuál exactamente es el problema. Proponga soluciones que sean beneficiosas para ambo(a)s y simpatice con las concesiones que la otra persona no quiera hacer (pero asegúrese de ser firme en las suyas).
  • Culmine en un ambiente de cooperación: sea a nivel profesional o romántico, las relaciones funcionan mejor cuando los involucrados saben que están sintonizados unos con otros.  Incluso si no pueden llegar a un acuerdo, asegúrese de comunicar que se mantiene en una intención cooperadora.  Transmítale a su jefe/compañero(a) de trabajo/pareja que usted desea trabajar/actuar con miras al mismo propósito, aunque tengan diferentes puntos de vista.

 

Por supuesto que no todas las interacciones con otras personas han de ser un conflicto.  Algunas destrezas sociales incluyen conocer gente, socializar con personas de pensamiento diferente al suyo o solo participar en un juego.  Sin embargo, resolver un conflicto puede ser una de las mejores formas de aprender cómo aplicar sus destrezas emocionales. Las disputas se resuelven mejor cuando usted sabe lo que quiere, lo puede comunicar de manera clara, comprende lo que alguien más quiere y queda en buenos términos con todo el mundo. 

Si le ha puesto atención al artículo, se dará cuenta que este último fragmento involucra cada una de las áreas del modelo de inteligencia emocional.

 

 

 


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