Qué es el Mindfulness y por qué puede cambiar su forma de abordar la vida desde hoy

 

 

Entre más recordemos ser conscientes, más alimentamos la sabiduría que nos permite disolver el estrés y el sufrimiento.

 

Mindfulness (pronunciado en español main(d)fulnes) que significa “atención plena” o “consciencia plena” se define como un proceso psicológico en el que llevamos nuestra atención a las cosas que están ocurriendo en el instante presente sin emitir juicios y que se puede desarrollar a través de la meditación.  Es la explicación generalizada, pero cuando se entienden sus partes, le puede transformar la vida.

El mindfulness se deriva de sati, un elemento significativo de las tradiciones búdicas y que abarca “acordarse de la realidad presente” donde la verdadera naturaleza de los fenómenos se puede ver, sin interferir.  Esto suena un poco complejo, pero gracias a la explicación natural y clara del monje budista Sayadaw u Tejaniya, quien enseña meditación en Yangon, Myanmar o Birmania voy a intentar exponerlo de manera que, al finalizar esta lectura, tendrá las herramientas para ponerlo en práctica y avanzar en su camino interior, si así lo desea.

Mindfulness o concientización es, de hecho, una de las 5 facultades espirituales.  No importa si está caminando, de pie, en posición sentada o acostada, si usted recuerda estar consciente, usted está meditando y usted está cultivando las cualidades positivas de la mente

Al empezar por concientizarnos permitimos que afloren todos los estados mentales, especialmente la cualidad de la sabiduría.  Cuando consciencia y sabiduría trabajan juntas, adquirimos confianza y nos motivamos a seguir explorando aquellas regiones de nuestra mente de donde surge sutilmente el sufrimiento.

Normalmente los objetos que podemos concientizar fácilmente serían las sensaciones, pensamientos, percepciones y emociones, ese es el primer paso, pero no son lo primordial.  Lo que nos interesa es darnos cuenta de que nuestra mente está experimentándolos.   Algo así como colocarnos detrás de bambalinas y observar por un huequito cómo nuestra mente reacciona ante lo que vive. 

 

Objetivo = sabiduría

Nuestro propósito, al tomar consciencia de cómo nuestra mente está percibiendo la vida porque la sabiduría es la cualidad de la mente que entiende la verdadera naturaleza de la realidad. Es lo que nos guía al tratar de entender y erradicar de nuestra mente las tres raíces malsanas: deseo, aversión y falsa ilusión que nos hacen sufrir y estresarnos.

Como individuos, no sabemos cómo lidiar con estas raíces malsanas pero la práctica de la sabiduría, a través de la concientización, nos puede ayudar a superarlas.  Hay que darle una oportunidad.

La meditación no solo sucede sobre un cojín o en un salón específico. De hecho, es tan importante que debemos hacerla en todo momento que “recordemos” hacerla, aquí están las herramientas.

 

Las cinco facultades espirituales

Es propio de la naturaleza de la mente que cada instante de nuestra vida surja y pase, y cada instante deja un legado, por ello es importante cultivar las formas sanas de la mente como son la paciencia, perseverancia, alegría e imparcialidad para que sea éste el legado que se transmite.

Estas formas son como unos auxilios en caso de estar pasando por un momento complejo en el cual se dificulta la reflexión.  Si tenemos presente la paciencia, la perseverancia, la alegría y la imparcialidad, la concientización o mindfulness surge casi de manera automática. ¡No las olvide!

Una vez que aprendemos a concientizarnos con sabiduría, todas las cualidades sanas de la mente surgirán de manera natural.  Cultivar estas cualidades sanas y positivas de la mente es el objetivo de la meditación; son estas cualidades las que se trabajan en la meditación y no el “YO”.

Cinco de estas cualidades positivas de la mente, también llamadas “facultades espirituales” se consideran especialmente importantes de cultivar a través de la meditación (la quinta es la principal porque la sabiduría disuelve el sufrimiento).  Al encontrarse en equilibrio, las cuatro primeras facultades ayudan a desarrollar sabiduría.

Las cinco facultades espirituales son:

  • Confianza (fe en la práctica)
  • Energía (perseverancia o esfuerzo continuo)
  • Mindfulness (recordar estar consciente, concientización)
  • Estabilidad mental (calma, quietud)
  • Sabiduría (entender la naturaleza de la realidad)

 

Pensando bonito.  Opte por el lado positivo

Cuando la meditación se desarrolla bien, estas cinco facultades funcionan en un circulo virtuoso que fortalece las cualidades sanas de la mente una y otra vez.  Así, la confianza en la práctica sustenta que haya un esfuerzo constante, lo que, a su vez, fortalece la concientización que en un estado de calma permite vislumbrar la sabiduría.  Poder entrever la sabiduría nos da la confianza para continuar y el ciclo se perpetúa.

Es aconsejable irse por el lado positivo porque las cualidades de nuestra mente pueden ser positivas o negativas en cualquier momento y se van a fortalecer a medida que usted les permita instalarse y prevalecer en su mente.  Es aconsejable practicar atentamente lo que pone a la mente positiva porque sino es positiva, va a ser negativa.

Al concientizarnos en practicar de esta manera, quitamos espacio al circulo vicioso de la ansiedad o deseo, aversión y falsa ilusión o confusión, remplazándolo por un nuevo ciclo de concientización natural, clara y sabia.

 

Ahora ¡a trabajar!

¿Ve que no es difícil? Además, Sayadaw U Tejaniya nos explica cómo funcionan los tres pilares de la práctica meditativa para no fallar en el intento:  el esfuerzo correcto, la visión correcta y la actitud correcta.

El esfuerzo correcto se refiere a ser perseverante en recordarse a sí misma(o) de concientizarse.

La concientización simple no es trabajosa.  Cuando usted se lava con agua la cara ¿necesita concentrarse? No.  Así que mientras usted tenga conciencia de que algo está sucediendo en su ser, está siendo consciente y es suficiente y está bien. Puede ser cualquiera de las percepciones a través de los 6 sentidos: ver, escuchar, degustar, olfatear, tocar o pensar.

Según el budismo, pensar se considera como el sexto sentido de percepción ya que cada vez que un sentido “percibe” (ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo o mente) se encuentra con el objeto de percepción (visión, sonido, aroma, tacto, sabor, pensamiento) y se experimenta un momento de concientización en que el objeto de percepción es identificado o reconocido.

Como ve, la concientización no es difícil, solo sea consciente de qué es de lo que esta siendo consciente.

Sin embargo, al reflexionar o meditar, es importante no excederse concentrándose demasiado en algo o en crear un estado mental placentero.  Lo primero fatiga y lo segundo instiga el deseo de querer más.

 

Calme la mente:  siempre que nos esforzamos en experimentar algo placentero o evitar algo desagradable, nos cansamos.  Una mente que está meditando debe ser una mente sana y en una mente sana las cualidades de confianza, energía, concientización o mindfulness, calma y sabiduría funcionan erradicando el deseo, la aversión y la falsa ilusión, por lo menos a cierto nivel.

Sin embargo, a veces el esfuerzo se hace toscamente y en esos momentos una o más de las raíces malsanas de la mente aparecen, haciendo que el esfuerzo se torne equivocado.

Cuando el deseo, la aversión o la falsa ilusión se manifiestan y motivan la práctica, nos sobrepasamos.  Si queremos experimentar de cierta manera, estamos deseando y nos esforzamos demasiado.  Si no estamos satisfechos con algo, se manifiesta la aversión que tratamos de evitar o desechar.  Concentrarnos demasiado nos cansa y es el resultado de desear o de aborrecer o de ignorancia de la práctica.  Debemos calmarnos pues debe haber un esfuerzo continuo, pero no extremo.

Mantenga la mente tranquila e interesada: acepte, examine y estudie lo que está sucediendo y no interfiera.  No trate de hacer que algo indeseable desaparezca o se detenga.  No trate de crear experiencias preferidas.

Permita que la mente haga su trabajo.  Nosotros estamos detrás de las bambalinas dejando que ella reconozca, concientice, reflexione acerca de la práctica y se interese.  Nosotros solo estamos presenciando y permitiendo el trabajo de la mente.

 

¡Clave!: El esfuerzo correcto es recordarnos permanentemente de ser conscientes.  Es fácil ser consciente teniendo en cuenta que para recordárnoslo están nuestros seis sentidos, visión, oído, tacto, olfato, gusto y pensamiento.  Para ello, podemos preguntarnos en cualquier momento ¿qué oigo? ¿qué veo? ¿en qué estoy pensando?  Eso es meditar.

 

Conserve su energía para estar consciente todo el día:  es importante tratar de mantener la intención de mantenerse en concientización todo el tiempo que pueda, aunque la concientización o mindfulness sea continua o no.  Aquí se manifiesta otra característica del esfuerzo correcto:  la perseverancia.

La perseverancia no es un esfuerzo forzado, pero más bien, una determinación íntima para aguantar el poquito de energía que se necesita cada momento y determinar/comprobar que se es consciente para continuar.

Al principio, la concientización o mindfulness se prende y se apaga, pero tratamos de perseverar.  Cuando recordamos, retomamos. Se olvida, se recuerda, se retoma.  Necesitamos activar nuestra concientización en todas las posturas:  de pie, caminando, al sentarse o recostarse.

 

Atención por si se manifiestan las raíces malsanas de la mente:  el gusto o disgusto automático hacia las cosas en la concientización tiende a gobernar la mayoría de las acciones de nuestro día a día.  Es el hábito de nuestras mentes.  No es de sorprender que este hábito surja durante nuestra reflexión y trate de llevarse el protagonismo.

Las raíces malsanas de la mente a veces no se identifican fácilmente.  Nuestra lista de “gustos” y “aversiones” está bien arraigada a nuestra personalidad.  Y solo vamos a echar mano de las cualidades sanas cuando nos demos cuenta de que los gustos y aversiones están controlando nuestra vida y ya no las podemos soportar.

Por ello, hemos de mantener un interés en nuestra mente y aprender sobre ella de manera continua.  Así mismo, al estudiar la mente aprendemos a reconocer cuando se manifiestan las formas sutiles de “deseo”, “aversión”, “falsa ilusión” y toda su parentela, mientras tomamos distancia y observamos su verdadera naturaleza.

 

La visión correcta:  al comprender que la mente es de naturaleza independiente, no el “yo” o el “a mí”.

La mente no es un yo.  No es propia, no es personal.  No hay nadie ahí.  La visión correcta se entrena para conocer la naturaleza de la mente, simplemente.

La visión correcta necesita estar presente en la mente incluso antes que la concientización porque, si hay concientización sin visión correcta, nos vamos a enredar en el deseo, la aversión y la confusión.

 

Si pensamos del cuerpo o la mente como un “yo”, surgirán el deseo, la aversión y la confusión

 

Si pensamos que estamos pasando por un buen momento, empezaremos a arraigarnos a él o trataremos de obtener más de eso = deseo.

Si sentimos que estamos pasando por un momento difícil, empezaremos a repudiarlo, rechazarlo, eliminarlo = aversión.

Si la mente está dispersa y añorando cosas u ocupada racionalizando y defendiendo un deseo o aversión = confusión.

Al practicar el mindfulness o concientización con la visión correcta, entramos en contacto íntimo con la vida.  Ahí empezamos a entender lo que es vivir la vida como un ser humano.  Ahí entenderemos que la visión correcta no se puede alcanzar a través del ego o el sentido del “yo”.  En cambio, con una mente tranquila y clara observamos cada experiencia tal como es para que se devele su naturaleza propia a ella, la cual, no nos pertenece.

 

Al estar en una reflexión o práctica meditativa recuerde tener en cuenta dos sucesos que están ocurriendo en ese momento:  las cosas que se están considerando y la mente que está considerando esas cosas.  Ambos sucesos forman una experiencia completa que se manifiesta momento a momento.

 

La mente es lo que conoce y llamamos “cosas” a lo que es conocido o considerado por la mente.  Las cosas pueden incluir cualquiera de las percepciones de los cinco sentidos como visiones, sonidos, sabores, contacto, olores y pensamientos que son las cosas de la mente y que normalmente se manifiestan en la forma de imágenes o palabras.

Las cosas aparecen de forma espontánea y la mente las “conoce”, pero no tenemos que alterarlas de ninguna manera y son como son.  Lo que podemos hacer en el momento presente es trabajar con la mente que conoce.  Podemos asegurarnos de que la mente tenga la visión correcta y actúe de la forma correcta.  A través de la concientización (mindfulness), podemos tomar estas cualidades de la mente para experimentar el presente.

 

Investigando su pensamiento

Al meditar, ¿pensamos que es bueno tener muchos pensamientos en la mente? ¿o pensamos que es mejor tener unos pocos o ninguno?

Si creemos que es mejor tener pocos o no pensamientos, estamos resistiendo la acción de pensar cuando los pensamientos surgen en la mente.

Pensar es natural.  ¿Podemos detener la naturaleza o evitarla? Es imposible.  Solo cabe percibir que pensar es natural.  Eso es visión correcta.

Hay que ser capaz de reconocer cuando la mente está pensando, pero no enredarse en lo que está siendo pensado.  No hay necesidad de dejarse atrapar en cuento que los pensamientos nos están contando.  No hay necesidad de creer automáticamente que la historieta que está pasando por nuestra mente es verdad.

Si a menudo se da la oportunidad de reparar en lo que la mente está pensando, se llegará al punto donde reconoce a la mente como tal.  Allí ya no se perderá en sus pensamientos pues hay una diferencia entre perderse en sus pensamientos que es la mente divagando y ser consciente de lo que se piensa, mientras piensa.

 

Utilice todos sus sentidos para desarrollar sabiduría

Al reflexionar podemos utilizar los seis sentidos para desarrollar la concientización o mindfulness, calma y sabiduría.  Las personas que no se dan el tiempo para meditar o reflexionar también tienen los seis sentidos, pero los utilizan para establecer deseos, aversiones y apatía hacia ellos.

Lo que descubra a través de su experiencia en ese momento, reconózcalo por lo que es y continúe percibiendo sin tratar de cambiar la experiencia.

Con lo que sea que estemos haciendo a lo largo del día, ya sea sentarse, caminar, estar de pie… estamos tratando de saber.  Estamos tratando de tomar consciencia de lo que esté pasando en nuestro cuerpo y en nuestra mente.

 

No hay que estar en posición de loto y ojos cerrados para reflexionar o meditar

Recuerde que ver es uno de los sentidos que nos permite tomar consciencia.  La tendencia habitual de la mente es pensar en lo que se ve (la ventana, el computador, el televisor).  Pero ver como tal es otra cosa y eso es lo que estamos aprendiendo. 

Al ver, reconocemos que la acción de ver está sucediendo, siempre que los ojos estén abiertos.  Antes de abrir la puerta miramos la manija de ésta, miramos algo antes de tocarlo, antes de actuar.

Como ver y pensar tienen características o naturalezas similares, es bueno diferenciar entre lo que se está pensando y enfocarse en que está realizando el acto de pensar.  Se quiere observar y aprender acerca del proceso de ver, principalmente en cuanto al hecho de gustar, aborrecer e ignorar.

 

La actitud correcta:  aceptar la experiencia tal como se presenta.

Este es el marco ideal para que la mente pueda meditar.  Una mente que esté libre de gustos compulsivos y aversiones es capaz de ver claramente las cosas como son.

La actitud correcta le permite aceptar, reconocer y observar lo que está sucediendo, sea agradable o desagradable, de una manera sosegada y consciente.

Pero no es suficiente ser consciente. Para que la concientización o mindfulness se fortalezca, se necesita la actitud adecuada, es decir, una mente observante libre de las raíces malsanas.

Mantenga la calma y el interés. Acepte, examine y estudie lo que está pasando sin interferir. Si lo que está pasando por la mente es bueno o malo, es irrelevante.  Con la actitud correcta se aprende de cada experiencia y podrá notar cómo la mente juzga lo bueno y lo malo, y enseguida, las reacciones que acompañan estos juicios.

Usted no tiene necesidad de encontrar un objeto para concentrarse como la respiración, o vaciar la mente de pensamientos, o enfocarse en una imagen o una emoción.  Aquí se trata de tomar consciencia de la mente que está reflexionando o meditando al cultivar las cualidades sanas de la mente.

 

Conozca la experiencia completa: 

El objetivo es conocer los pensamientos, sentimientos y sensaciones que rodean una emoción y cómo se comporta la mente sea con o sin las tres raíces malsanas.

El siguiente nivel es la concientización o mindfulness.  Puede empezar notando la respiración, por ejemplo.  Luego, se pueden añadir las sensaciones en el vientre, en el pecho.  Mas tarde notará los sentimientos que surgen al tener consciencia de estas cosas que están pasando en el cuerpo.

Eventualmente, incluso, la actitud detrás de esta concientización.  Una vez que pueda ver la experiencia completa, se dará cuenta de que todas estas cosas interactúan unas con otras para crear una mente más o menos estresada.  Esto es entendimiento; esto es sabiduría.  Así que permita que la mente se expanda.

 

Permita que lo que está pasando, suceda:

Al esperar y observar con conciencia o mindfulness e inteligencia, verá que estas experiencias están sucediendo según su naturaleza.  Deje que pase lo que ha de pasar. No se requiere estar feliz o en descontento durante la experiencia y no se requiere que le guste o le disguste.  Esté feliz de que hay conocimiento y consciencia pues ya de por sí es saludable.

En este punto ha de sentirse abrumada(o) con toda esta información para tener en cuenta mientras reflexiona o medita.  Pero todas estas sugerencias sirven a un propósito que es darle el entendimiento para que pueda reflexionar con la actitud adecuada.

Reunir toda esta información permite a la mente entender cómo los procesos físicos y mentales interactúan.  A este nivel la información se convierte en conocimiento.

La sabiduría utiliza este conocimiento sobre la interacción de los procesos físicos y mentales de maneras hábiles para influenciar los eventos de la vida de forma positiva. La mente lo hace todo por sí misma.  No es el “yo” quien medita, es la mente.

La meditación es la labor de la mente.  Nosotros simplemente le asistimos poniendo atención a nuestras experiencias con la actitud correcta y con el fin de aprender sobre los mecanismos de las tres raíces malsanas que la sabiduría terminará por disolver.

 

Del texto Relax & be Aware, de Sayadaw U Tejaniya; Editado por Doug McGill (Shambala 2019)

 

 

 

 


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